Con alma de niño bueno

He abierto mi corazón, cual si no tuviera puertas y las heridas abiertas que tanto siempre sangré, de alguna forma logré remediar con este libro. Una visión de mí mismo, ahora que el tiempo ha pasado, en mi pluma se ha logrado para observar mi niñez y ver cuánta pequeñez fue en realidad lo más grande que alguna vez pudo darse para, profundo, quedarse, en mi espíritu y mi piel.

Convertirse de a poquitos en un proyecto de hombre que, con sus gracias asombre a extraños y conocidos, es un tiempo que, al vivirlo, muchas veces no se entiende, y por eso hallar, pretende, lo que se deja aquí escrito, los rastros que no he perdido de mis caminos fugaces, esperando, bien los trace, lo que aún queda en mí del niño que, sin saber su destino, me vio convertirme en hombre.

Tu niño siempre te espera, su inocencia todo salva, el amor que a ti te dieran equilibra la balanza. En su cuna te calientas, envuelto en fragantes mantas, la teta que te amamanta calma tus noches inquietas, y el canto que te arrullara todavía puedes oír, si estás dispuesto a sentir que, debajo del adulto en el que te has convertido, sigues siendo el mismo niño que, aunque lleno de caprichos, solo quiere ser feliz.

Este es un proyecto doble, pues comenzó el otro libro, que al comprar este, te llevas. Una investigación seria de la historia de Colombia, bien complementa esta obra   En clave del otro libro, a mi infancia sobrevivo sin saber muy bien quien fui, un poco como el país que, al nunca mirar atrás, tampoco puede enfrentarse a lo que el tiempo le pide, por eso Colombia en rimas, se entiende más si te arrimas a lo que encuentras aquí, pues quien les cuenta la historia se vuelve tan importante como la historia que narra, porque la mirada vaga desde donde el otro pisa, y el corazón y la risa, las emociones sin fin, se vuelven fundamentales para entender quién te explica, de otra manera la historia de un muy complejo país. 

Primer capítulo